viernes, 9 de octubre de 2015

Julio Florez- Ves a esa vieja

¿Ves esa vieja escuálida y horrible?
Pues óye; aunque parézcate imposible,
fue la mujer más bella entre las bellas;
el clavel envidió sus labios rojos,
y ante la luz de sus divinos ojos
vacilaron el sol y las estrellas.

Y hoy... ¿quién puede quererla? ¿Quién un beso
podrá dejar en su semblante impreso?
¡Yo! -me dijo un extraño que me oía-
Yo que por ella en la existencia lucho,
que soy feliz cuando su voz escucho...
¡Esa vieja es la hermosa madre mía!


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